Alteración de olfato en COVID-19


Las alteraciones del olfato comprenden un espectro de alteraciones en la capacidad olfativa y se pueden sistematizar de distintas maneras. Desde el punto de vista cuantitativo, en cuanto a la intensidad de la alteración, diferenciamos entre hiposmia (aumento del umbral de detección de los olores) y anosmia (incapacidad total).
 Las alteraciones cualitativas del olfato, entendidas como la capacidad de identificar correctamente los olores, se denominan en conjunto disosmias. Dentro de estas distinguimos la parosmia (percepción alterada de un olor cuando el estímulo está presente) y la fantosmia (percepción de un olor sin que exista estímulo real). También se pueden clasificar desde un punto de vista anatómico en alteraciones del olfato conductivas (secundarias a obstrucción nasal) y neurosensoriales (por alteraciones de la vía olfatoria). Las alteraciones en el olfato se acompañan frecuentemente de alteraciones en el gusto, en forma de ageusia o disgeusia.
Exploración y valoración de la función olfatoria
El estudio de la función olfatoria en el entorno clínico se realiza principalmente de manera semicuantitativa mediante kits de barritas olfativas o de frascos, que se presentan al paciente con el objetivo de determinar los umbrales de olfacción. Algunos de los más usados son el University of Pennsylvania Smell Identification Test-40 y el Barcelona Smell Test-24, que presentan respectivamente 40 y 24 estímulos olfatorios distintos, y son en consecuencia laboriosos y lentos de administrar.

Entre las distintas causas de alteración del olfato se encuentran las infecciones víricas del tracto respiratorio superior, que supondrían entre el 17% y el 36% de las alteraciones olfatorias estudiadas en consultas especializadas. En las infecciones de vías respiratorias del tracto superior existe un componente de rinosinusitis (aguda viral) que ocasiona una tumefacción de la mucosa nasal y un aumento de la secreción de moco, que se manifiesta con obstrucción nasal, rinorrea e hiposmia o anosmia de conducción, que remite una vez resuelta la infección. En cuanto a la alteración del olfato como síntoma aislado, o como pródromo de una infección de vías altas, no existe literatura al respecto.

El primer artículo, sin peer-review, que mencionó y cuantificó la presencia de anosmia en pacientes con la COVID-19 fue el publicado por Mao et al. el 22 de febrero de 2020. En dicho estudio se analizó la presencia de las manifestaciones neurológicas en una serie de 214 pacientes en un centro hospitalario de China, diferenciando entre síntomas de sistema nervioso central y periférico. Los autores refirieron presencia de síntomas que clasificaron como pertenecientes al sistema nervioso central en 53 pacientes (24,8%), de los cuales los más frecuentes fueron síntomas muy poco específicos, como el mareo (36 pacientes [16,8%]), la cefalea (28 pacientes [13,1%]) y la alteración del nivel de conciencia (16 pacientes [7,5%]). Dentro de las manifestaciones del sistema nervioso periférico reportaron hipogeusia en 12 pacientes (5,6%) e hiposmia en 11 pacientes (5,1%).

Posteriormente, el 6 de abril de 2020 se publicó un nuevo estudio multicéntrico realizado en múltiples países de Europa. Se entrevistó a 417 pacientes con COVID-19 confirmados por PCR, excluyendo a pacientes ingresados en la UCI y con alteraciones previas del olfato. La valoración de los datos clínicos fue heterogénea; en algunos casos.
Los autores reportaron un 85,6% (357/417) de pacientes COVID-19 con alteración del olfato, de los cuales 284 se catalogaron como anosmia (68%) y 73 como hiposmia (18%). Un 11,8% de los pacientes presentó alteraciones del olfato antes de la aparición del resto de síntomas, un 65,4% después y un 22,8% durante el transcurso del cuadro clínico. En el 63% de los casos persistió la alteración del olfato después de la resolución del resto de síntomas, aunque el 72,6% recuperó el olfato en los 8 días posteriores.
Posteriormente se publicó un estudio observacional transversal en el que se realizaron 2.428 encuestas online en pacientes con síntomas gripales compatibles con la COVID-19. En este trabajo no se exigió confirmación etiológica por PCR y no se especifica en los métodos las preguntas que se usaron para valorar los síntomas ni tampoco los criterios de invitación telemática a la encuesta. Reportaron un 74,4% de pacientes con anosmia, un 17,3% de pacientes con hiposmia y un 90% de pacientes con alteraciones del sentido del gusto. Las graves carencias metodológicas de esta publicación obligan a considerar los resultados con extrema cautela.
El 16 de abril de 2020 se publicó un estudio más modesto, transversal y unicéntrico, con 114 pacientes positivos a coronavirus por PCR. La información se obtuvo con la revisión de las historias clínicas de los pacientes, que se visitaron en el hospital y fueron seguidos por vía telefónica. El porcentaje de pacientes con anosmia fue del 47%, y su duración fue más de 7 días en el 55% y de más de 14 días en un 20%. En ningún caso la aparición de la anosmia fue el primer síntoma de la enfermedad. Según sus resultados, la anosmia debutó una media de 4,4 días (IC 95%: 2,5-6,3) después del inicio de los síntomas. La obstrucción nasal y la rinorrea estuvieron presentes en un 30% y 57% de los pacientes respectivamente.
Con la información encontrada en la revisión concluimos:
No disponemos de ninguna evidencia sólida que nos permita establecer unas características específicas de la anosmia en la COVID-19, aunque estudios recientes establecen la presencia de anosmia entre un 5,1% y un 85,6%. Tan solo un estudio menciona la anosmia como síntoma previo a la aparición del cuadro clínico.
En todos los estudios sobre las alteraciones del olfato en pacientes con la COVID-19 existe un riesgo elevado de sesgo de información y de selección.
La anosmia de conducción es frecuente en pacientes con procesos virales de vías altas, habiéndose relacionado con distintas familias de virus como el rinovirus, el virus parainfluenza y el coronavirus. Una proporción baja de los pacientes presentan Disfunción Olfatoria Post Viral, cuya duración y recuperación es variable. Los coronavirus podrían ser responsables de aproximadamente una sexta parte de los casos de Disfunción Olfatoria Post Viral. Se ha demostrado la presencia de virus parainfluenza en las células del epitelio olfatorio hasta varios meses después de resuelta la infección. Los estudios publicados sugieren que la anosmia es un síntoma común en la COVID-19.
No se dispone de datos fiables para valorar categóricamente el pronóstico de las alteraciones del olfato en la COVID-19, aunque la evidencia sugiere que la recuperación funcional es la norma. La evidencia disponible sobre otros virus que afectan a la mucosa nasosinusal revelan que la mayoría de los pacientes tienen una alteración transitoria del olfato, posiblemente conductiva, que desaparece cuando se resuelven el resto de síntomas. Los pacientes que desarrollan una Disfunción Olfatoria Post Viral, recuperan el olfato completamente en un tercio de los casos dentro del año posterior al proceso infeccioso.
 En pacientes con la COVID-19 parece que la anosmia es un síntoma habitual, aunque las limitaciones en la evidencia disponible dificultan la toma de decisiones a nivel clínico, y ponen de manifiesto la necesidad de recoger datos de manera fiable acerca de estos síntomas. Aunque en nuestro medio es recomendable aplicar medidas de aislamiento, higiene y distanciamiento social (lavado de manos, uso de mascarilla y distancia mínima de separación de 1-2 metros) a pacientes con alteraciones del olfato de reciente aparición como síntoma aislado, no parece adecuado realizar pruebas diagnósticas a todos estos sujetos.
Bibliografía
Lop Gros J, Iglesias Coma M, Gonzalez Farr ´ e M, Serra Pujadas C, ´ Alteraciones Del Olfato En El Covid-19, Revision De La Evidencia E Implicaciones En El ´ Manejo De La Pandemia, Acta Otorrinolaringologica Espanola (2020), doi: https://doi.org/10.1016/j.otorri.2020.04.003

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