Estrategias
para la práctica de la otorrinolaringología durante la fase de control de
COVID-19
La aparición de una
nueva enfermedad por coronavirus denominada COVID-19 a finales de 2019 y su
expansión pandémica en el mundo ha cambiado la práctica habitual de la
especialidad de Otorrinolaringología (ORL). Tras una fase de crecimiento
exponencial de los contagios, se ha logrado entrar en una fase de control de la
expansión de la enfermedad en la que persiste la posibilidad de contagio, pero
la aparición de nuevos casos se considera asumible por el sistema sanitario.
Los sanitarios pueden
alcanzar el 20% de la población contagiada, según los países. Entre las
especialidades médicas y quirúrgicas, destaca el especial riesgo de infección
en otorrinolaringólogos, anestesistas, dentistas y oftalmólogos, debido a la
cercanía con la vía aérea superior del paciente durante el desarrollo de su
actividad, siendo reseñable que los primeros fallecimientos de médicos por
COVID-19 hayan sido otorrinolaringólogos y oftalmólogos. La valoración
otorrinolaringológica requiere la exploración física a una distancia inferior a
30 cm y con instrumentación específica (microscopio otológico,
nasofibrolaringoscopia, endoscopia nasal) que pueden permitir o favorecer la
transmisión del virus. Debemos tener también en cuenta que los servicios de
Otorrinolaringología (ORL) atienden a pacientes de todas las edades, siendo
aquellos en edad infantil y los mayores de 60 años, pacientes con
características especiales, tanto por la forma de manifestarse la enfermedad
como por la contagiosidad, el riesgo y la accesibilidad (acompañamiento), lo
que implica la necesidad de tomar medidas de protección específicas en estos
colectivos.
Estrategia de identificación del
paciente con riesgo de contagio
Siendo conscientes de la limitación de los recursos disponibles, se
propone una estrategia que combina la seguridad del paciente y la del personal
sanitario para la detección del paciente con riesgo de padecer la enfermedad
COVID-19 o ser portador de ella. Para ello, se recomienda la realización de un
cribado clínico basado en preguntas sobre la ocupación laboral, los síntomas
más prevalentes de la enfermedad y posibles contactos de riesgo. En un estudio
sobre una población de más de 800 sanitarios con sospecha de estar infectados
por el SARS-CoV-2 y que presentaron síntomas leves, se constató que el cribado
clínico basado en fiebre, anosmia, mal estado general, mialgias, cefalea, dolor
ocular y cansancio extremo presentó un valor predictivo moderado de presencia
de la enfermedad, con una sensibilidad del 91%. El cribado clínico nos
permitirá seleccionar a los pacientes con sospecha elevada de padecer la
enfermedad, suficiente para su valoración en consulta (fig. 1).
Figura 1. Cribado del paciente otorrinolaringológico durante la
fase de control de la pandemia por la COVID-19.
En los pacientes que van a ser
intervenidos, dado el incremento del riesgo quirúrgico durante el periodo de
incubación de la COVID-19, se recomienda
añadir al cribado clínico la realización de un test de RT-PCR y de una radiografía
convencional de tórax informada por el radiólogo (Rx). Si la Rx presenta alguna
alteración o si el paciente, por su patología de base, tiene previsto realizar
una tomografía computarizada (TC), se recomienda ampliar el estudio y realizar
una TC de tórax (fig.1).
En función del
cribado clínico-radiológico y del resultado de la RT-PCR, los pacientes se
clasificarán en:
–Caso confirmado: paciente
que cumple el criterio de laboratorio (RT-PCR positiva en los genes de
SARS-CoV-2).
–Caso probable: paciente
con criterio clínico (sintomatología) o radiológico (neumonía bilateral
intersticial compatible con un diagnóstico de COVID-19) al que no se ha
realizado una prueba de diagnóstico microbiológico, o cuyo resultado de
laboratorio para SARS-CoV-2 no es concluyente.
–Caso descartado: paciente
con estudio clínico-radiológico negativo y RT-PCR negativa. COVID-19(−).
–Caso indeterminado:
paciente asintomático al que no se ha realizado ninguna prueba (RT-PCR o Rx)
Por lo tanto, con
las pruebas actualmente disponibles no es posible asegurar el «riesgo cero» en
la selección de pacientes. Se considera la combinación del «mejor estudio disponible»
junto con las medidas de prevención y protección, la estrategia actual
recomendable para reiniciar la actividad clínica con la mayor seguridad de
pacientes y sanitarios.
Medidas generales para los otorrinolaringólogos
Se debe considerar la
posibilidad de excluir a los ORL de edad avanzada o de comorbilidades médicas
crónicas de interactuar con pacientes altamente sospechosos o positivos para la
COVID-1922, mediante una solicitud de evaluación a la Unidad de Prevención de
Riesgos Laborales de cada centro.
El lavado de manos con agua y jabón, y la desinfección con geles
hidroalcohólicos, se llevará a cabo sobre la base de las recomendaciones de la
OMS, y siguiendo los 5 momentos fundamentales para la higiene de manos.
El tipo de mascarilla
dependerá de la distancia respecto al paciente y del tipo de procedimiento que
se esté llevando a cabo, con o sin riesgo de aerosolización. En general, en
distancias superiores a 2 m, se recomienda el uso de mascarilla no quirúrgica.
Entre 1 y 2 m, de mascarilla quirúrgica y en distancias inferiores a 1 m, que
son las correspondientes a la exploración ORL, se recomienda el uso de
mascarillas tipo N95 o FFP2 (filtrado > 94%) si no se están generando
aerosoles, o FFP3 (filtrado > 99%) en el caso de que exista riesgo de
aerosolización25, 26. Solo en pacientes hipoacúsicos se podrán usar las
mascarillas especialmente diseñadas para la labio-lectura, siempre y cuando no
exista un riesgo potencial para el profesional o si se están realizando
procedimientos con riesgo de aerosolización. En este supuesto, se le explicará
el procedimiento con la mascarilla de labio-lectura y una pantalla facial, y
posteriormente el sanitario se colocará el tipo de mascarilla que proceda.
Se recomienda el uso
de guantes, protección ocular, facial, de gorros y de batas en función del
riesgo de contagio. El calzado y la ropa deberían estar destinados
exclusivamente al trabajo, y del mismo modo que para los pacientes, los
profesionales sanitarios no deberán usar abalorios durante el trabajo4. Durante
los procedimientos quirúrgicos, se usará el equipo de protección individual
(EPI) en función del riesgo de contagio con cada paciente. El EPI debe ser
colocado y retirado siguiendo las instrucciones estrictamente destinadas a ello.
Sobre el espacio físico
Se recomienda
readaptar la sala de espera para que los pacientes puedan guardar una distancia
de seguridad entre ellos de 2 m (fig. 2). En el caso de que, debido a las
características físicas de estas salas, se prevea que no se guardará la distancia
de seguridad, se recomienda disponer de una doble sala de espera, con un aforo
interior de 3 pacientes y acompañantes simultáneos (para el acceso inmediato a
las consultas) y un aforo exterior para que esperaren los siguientes pacientes.
Sobre los procedimientos
Durante la consulta
médica la puerta permanecerá cerrada y al finalizar, se mantendrá la habitación
aireada al menos 15 min. Respecto
al uso del instrumental específico ORL se puede diferenciar en consulta:
Endoscopio rígido o
nasofibrolaringosopio flexible: debido a la alta carga viral nasal del
SARS-CoV-26, 33, se recomienda incrementar en lo posible la distancia entre el
ORL y el paciente utilizando una torre con cámara, pantalla y fuente de luz en
lugar de usar un ocular con visión directa. Se debe procurar que el paciente no
se quite la mascarilla, sino que solo se la baje parcialmente, o que se utilice
algún sistema que selle la nariz durante la exploración (fig. 3). Además, las
manipulaciones como la retirada de costras o secreciones deben limitarse si es
posible, y el uso del anestésico local en aerosol debería ser reemplazado por
mechas de algodón o lentinas empapadas en anestésico34, 35. Para la
desinfección de los endoscopios son útiles los compuestos fenólicos, el ácido
peracético, o el hipoclorito de sodio36. Como alternativa se podrán utilizar
fundas protectoras.
Medidas específicas y transversales quirúrgicas
Respecto a las
medidas transversales del manejo en quirófano, se recomienda un entorno
quirúrgico de presión negativa para reducir el riesgo de diseminación del
SARS-CoV-2, mediante una alta frecuencia de cambios de aire (25 por hora) que
disminuya la carga viral en el interior del quirófano7, 51. Se debería usar el
mismo quirófano y el mismo equipo de anestesia para todos los pacientes
COVID-19 probables o confirmados7, 52. Asimismo, durante la fase de control se
recomienda restringir el número de miembros del equipo quirúrgico35. En el
momento de la inducción a la anestesia general, la intubación endotraqueal y
los respiradores purificadores de aire serán obligatorios, debiendo encontrarse
el paciente lo suficientemente profundizado durante la intervención para evitar
despertares intraoperatorios. El uso de instrumentos eléctricos como los
microdesbridadores, motores de alta velocidad como las fresas, bisturíes
eléctricos, radiofrecuencia, piezoeléctricos y ultrasónicos, deberán evitarse
siempre que sea posible. Las medidas de protección individuales se adaptarán
según la clasificación del paciente.
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